San Francisco de Macorís – En una casa humilde del sector La Javiela, donde el amor convivía a veces con la rutina, los celos y los silencios, se desató este fin de semana una tragedia que ha dejado a una familia rota y a una comunidad en shock.
Gregorio Reynoso, un hombre de 66 años, se debate entre la vida y la muerte tras recibir una estocada en el abdomen, presuntamente por parte de su pareja sentimental, Jovanny Altagracia Jiménez, de 49 años. El hecho ocurrió en la intimidad del hogar que compartían, una casa marcada hoy por el eco de gritos, sangre y arrepentimiento.
Lo que comenzó como una discusión —de esas que tal vez ya eran frecuentes— terminó con un acto desesperado y violento. Nadie sabe aún exactamente qué lo provocó. ¿Furia? ¿Dolor acumulado? ¿Un impulso fuera de control? Las autoridades investigan.
Gregorio fue trasladado de urgencia a un centro médico. En el trayecto, según una fuente cercana, apenas podía hablar. Pero entre sus palabras logró decir algo que parte el alma:
“Yo no quería que terminara así…”
Quienes los conocían sabían que no eran una pareja perfecta, pero tampoco imaginaban un desenlace así. “Ellos peleaban, como muchas parejas, pero uno nunca cree que eso puede terminar en una tragedia. Ahora ella está detenida y él está en el hospital… ¿y la vida de los dos?”, reflexiona un vecino, con tristeza.
Jovanny, dominicana, soltera, y residente en la misma calle J donde ocurrió el hecho, fue arrestada por la Policía Nacional. Según informaciones preliminares, permanece bajo custodia mientras se esclarecen los hechos. En su mirada, dicen, hay más confusión que rabia.
Este caso vuelve a poner en evidencia una realidad dolorosa: la violencia en las relaciones no tiene género, edad ni estrato social. Puede instalarse en silencio, detrás de puertas cerradas, y crecer hasta estallar de la peor manera.
Gregorio, por ahora, sigue luchando por sobrevivir. Su historia —y la de Jovanny— es también la historia de muchas parejas que no saben pedir ayuda a tiempo, que normalizan el conflicto hasta que es demasiado tarde.
Desde este espacio, hacemos un llamado a reflexionar, a hablar, a buscar ayuda. Porque el amor no se construye con gritos, ni se protege con miedo. Porque cada herida deja marcas, y algunas ya no se pueden borrar.
