Barranquilla, Colombia.— Lo que en principio fue informado como una muerte súbita por infarto ha tomado un giro inesperado. La familia de Lino Rafael Arias Cantillo, de 44 años, sostiene que su fallecimiento dentro de un motel en el barrio El Ferry no fue un accidente, sino un presunto crimen pasional cuidadosamente encubierto.
Golpes en la cabeza levantan sospechas
Kelly Pájaro Morales, prima del fallecido, denunció públicamente que Lino presentaba dos visibles golpes en la cabeza, contradiciendo la versión oficial que atribuía su muerte a una caída posterior a un supuesto paro cardíaco. La familia cuestiona cómo, en caso de un infarto repentino, su cuerpo terminó con lesiones tan específicas.
Lino había salido de su casa la mañana del 12 de junio, tras dejar a su hija en la escuela. Horas más tarde, ingresó a un motel en compañía de una mujer con quien mantenía una relación intermitente quien, según versiones familiares, sería su excuñada.
Previo al hecho, la familia conocía de tensiones recientes entre Lino y su esposa, con quien habría tenido un altercado.
La identidad de la mujer que lo acompañaba el día de su muerte y la posibilidad de una relación extramarital abren una línea de investigación en torno a un posible crimen pasional.
A esto se suma otro hecho inquietante: la esposa del fallecido no ha acudido personalmente a Medicina Legal para reclamar sus pertenencias.
En su lugar, envió a un hombre que intentó hacerse pasar por el padre del occiso, un hecho que fue inmediatamente detectado, ya que el progenitor de Lino lleva años fallecido.

Posibles intereses económicos
Los familiares también han denunciado que la esposa estaría cobrando por trabajos inconclusos del taller de reparación de electrodomésticos que manejaba Lino, lo que incrementa las dudas sobre su posible implicación o conocimiento previo del hecho.
El cadáver de Lino Rafael Arias permanece en Medicina Legal, en espera de una necropsia detallada que permita determinar las causas reales de su fallecimiento.
La familia insiste en que no se trata de una muerte natural y exige a las autoridades una investigación rigurosa.
“Queremos que se sepa la verdad. No vamos a permitir que esto se cierre como un simple infarto. Hay muchas cosas que no cuadran”, expresó Kelly Pájaro, visiblemente afectada.
Mientras el caso continúa en fase preliminar, la comunidad de Barranquilla sigue con atención esta historia que, para muchos, ya no parece un accidente, sino un crimen cuidadosamente camuflado.