“Fresita” ya no está: una madre, una mujer, una vida apagada
Santa Marta, Colombia — 28 de mayo de 2025. En las primeras horas del martes, cuando la ciudad aún despertaba, un macabro hallazgo dejó helado el corazón de Santa Marta. El cuerpo sin vida de Natalia Portillo, de aproximadamente 30 años, fue encontrado a un costado de la Troncal del Caribe, cerca del SENA Agropecuario.
Natalia, conocida entre sus amigas como “Fresita”, había sido asesinada brutalmente.
Presentaba múltiples impactos de bala. Su cuerpo fue arrojado como si se tratara de un objeto, como si su vida no importara.
Pero importaba. Y mucho.

La última noche
Natalia era madre de tres hijos. De nacionalidad venezolana, llevaba años buscando en Colombia las oportunidades que su país le había negado.
Para sobrevivir, ejercía el trabajo sexual en el Parque de los Novios, en el centro histórico de Santa Marta.
El lunes por la noche fue vista por última vez abordando un vehículo particular. Iba con un cliente que, según relatan sus compañeras, parecía “normal”. Nunca regresó.

Horas después, su cuerpo apareció abandonado.
¿Qué ocurrió realmente?
Las autoridades trabajan para determinar si el crimen ocurrió dentro del vehículo o si fue trasladada a otro lugar antes de ser asesinada.
El detalle no es menor: define el tipo de violencia ejercida y el grado de premeditación.
Se presume que los agresores le dispararon a quemarropa y la abandonaron en plena vía, creyendo tal vez que nadie preguntaría por ella.

Pero se equivocaron. Porque Natalia no era invisible. Era una mujer con historia, con voz, con hijos que ahora preguntan por qué mamá no vuelve.
“No era solo una trabajadora sexual, era una mujer luchadora”
Así la describen quienes la conocían. “Natalia era divertida, soñadora, siempre hablaba de ahorrar para comprar una casa para sus hijos”, cuenta una amiga, también trabajadora sexual. “La mataron como si su vida no valiera, y eso duele más”.

Las organizaciones feministas y defensoras de derechos humanos no han tardado en pronunciarse. Exigen una investigación rápida y profunda, pero también protección real para las mujeres que ejercen el trabajo sexual, muchas de ellas migrantes, pobres, y sin garantías básicas de seguridad.
Violencia sistemática contra las mujeres más vulnerables
El asesinato de Natalia Portillo se suma a una larga lista de feminicidios en Colombia, especialmente de mujeres en condiciones de extrema vulnerabilidad.
Lo que le ocurrió a “Fresita” no fue un hecho aislado: es el reflejo de una violencia que el Estado sigue sin contener.

Santa Marta está de luto. Pero más allá del luto, la ciudad está en deuda. Con Natalia. Con sus hijos. Con todas las mujeres que cada noche salen a las calles sin saber si volverán vivas.
Justicia: no por ser famosa, sino por ser humana
El caso está siendo investigado por las autoridades locales. Se analizan cámaras de seguridad, declaraciones de testigos y otras pistas para identificar al asesino o asesinos.
Pero, como tantos otros casos, hay temor de que la justicia tarde… o no llegue.

No basta con promesas. La comunidad exige justicia verdadera.
Que la muerte de Natalia Portillo no quede como un titular más, sino como un punto de inflexión.
Porque cada mujer que cae, sin protección ni respuesta, es un fracaso colectivo.
